En el asado del domingo hablábamos con amigos porque algunas personas, aunque parece que padecen ciertas actividades las hacen igual. Por ejemplo, levantarse muy temprano un día de fin de semana para realizar una actividad física.
Para instalar un hábito es necesario hackear nuestro comportamiento, y estas personas que se levantan temprano, probablemente lo sepan intuitivamente o bien porque lo estudiaron.
No tiene que ver necesariamente con la “fuerza de voluntad” que muchas veces genera el efecto contrario al que queremos lograr.
Hay muchísimos para investigar acerca de este tema, el año pasado abrumada con tantos webinars y cursos, logré hacer uno que realmente capturó mi atención, mi compromiso en sostener la frecuencia en mi agenda y que sentí que tuvo un efecto wow como pocos.
Ya les he contado acerca de Aprender de Grandes que es uno de mis podcast favoritos en el café #3, su anfitrión es Gerry Garlbulsky, y el año pasado lanzó este curso sobre hábitos. Aprendí muchísimo, me ayudó a derribar ciertos mitos y creencias que yo tenía respecto de los hábitos y que necesitaba volver a aprender.
Uno de los conceptos que me dejó muy marcado este curso y es el que les quiero compartir hoy es el de velocidad de escape. Es un concepto de la física que explica: la velocidad con la que un objeto cualquiera necesita moverse para alejarse indefinidamente de un cuerpo o sistema más masivo al cual le vincula únicamente la gravedad.
Es decir, a qué velocidad deberíamos lanzar un objeto para que se vaya del planeta y no vuelva más.
Poniendo este concepto en el plano de los hábitos, es pensar cual es esa velocidad que tengo que alcanzar para hacer que ese hábito se instale, que me resulte mucho más difícil no hacerlo que hacerlo.
Debemos tener en cuenta que energía debemos invertir, que velocidad y como la vamos a dosificar.
Muchas veces estamos súper cargados de energía y nos planteamos un montón de nuevos objetivos a alcanzar y luego nos frustramos, no logramos empezarlos, quizás eran muchos, quizás era un cambio muy grande y quisimos hacerlo todo junto. Pasamos de intentarlo todo y agotarnos, a procrastinar y como lo vemos inabarcable, finalmente no empezamos nada.
Una de las grades recomendaciones de este curso es incorporar un hábito a la vez y recién cuando alcance la velocidad de escape, ahí sumar algún nuevo desafío.
Cuando nos debatimos entre comer o no ese chocolate, ver otro episodio de la serie o irme a dormir y poner la alarma muy temprano, estamos construyendo, apostando y trabajando para instalar ese hábito que quizás no nos da gratificación inmediata, aunque si será una gran conquista en un tiempo.
Los buenos hábitos requieren disciplina, constancia, una frecuencia sostenida, cierta coherencia en algunas decisiones, por eso muchas veces nos pesan o sentimos que no vamos a poder.
Cuando logramos sabemos, que estamos en el buen camino, sabemos es ese trabajo de hoy es la medida de nuestra relación con nuestro yo del futuro, que seguramente va a estar agradecido.
Les súper recomiendo el curso de Gerry, y reflexionar, ¿Cuáles son esos hábitos que nos gustaría cambiar, o sumar a nuestra vida? Esos que sabemos realmente van a marcar una diferencia.
¡Que tengan excelente fin de semana! hasta el próximo café.